TU PALABRA ME DA VIDA

EVANGELIO DÍA DOMINGO XXVI ---------------------------------------- TEXTO DEL EVANGELIO (Mc 9,38-43.45.47-48): En aquel tiempo, Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.» Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga». -------------------------------------PALABRA DEL SEÑOR --------------------------------------------------------
Lo fuertes, que nos pueden parecer las palabras finales de Jesús, está en relación con nuestro grado de creencia y certeza que tenemos sobre el infierno, tan venido a menos y hasta relativizado en los últimos tiempos. Su existencia es un misterio de fe y el mismo Jesús lo afirma en varios pasajes el Evangelio. No es que nos mueva en nuestro actuar el temor al infierno como el poema de santa Teresa, sino mas bien aquí de lo que se trata, es de no negar su realidad y temible papel dentro de la teología católica de la redención. El infierno existe y es una responsabilidad nuestra cortar todas nuestras taras, cortar todos los puntos débiles de nuestro ser que facilitan la irrupción del pecado en nuestra vida, que nos alejan de Dios y nos acercan a ese temido valle de tinieblas. Quien ama a Dios se da cuenta que el infierno no es un cuento de la cosmovisión medieval sino una misteriosa pero cierta realidad de la ausencia final de Dios.
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