9/9/09

EVANGELIO DÍA MIERCOLES XXIII TEXTO DEL EVANGELIO(Lc 6,20-26): En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.
»Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas». -----------------------------------PALABRA DEL SEÑOR ---------------------------------------------------------------------------------
Que difícil es leer este pasaje sin sentirnos interpelados en nuestra vida cotidiana, sin que nos impulse a un examen personal de todo lo que hacemos. Jesús se dirige directamente a nosotros, nos habla de “tú a tú” y escuchamos con gran estremecimiento sus categóricas palabras: “dichosos los que” o “ay de los que”. Y sentimos todo el peso y significado de hallarnos frente a dos enfrentados mundos, a dos antagónicas opciones: el mundo del egoísmo vs, el mundo del amor, el mundo sin Dios vs. Reino de Dios, la muerte vs. la vida, el seco desierto vs. florida viña. Dos mundos que tenemos que deslindar y contraponer porque «nadie puede servir a dos señores» y es aquí que Jesús nos dice claramente que, la verdadera dicha, la verdadera felicidad no reside ni en la riqueza o el bienestar; ni en la gloria humana o el poder; ni en ninguna obra humana, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor». Y el camino, hacia esa dicha, o felicidad que no acaba, es: amar a Dios y a los demás; servir a Dios y a los demás.---------------------------------------------------------------------------------
Dame Señor tu gracia para que sea capaz de vivir día a día el espíritu de las bienaventuranzas y que fundamente toda mi existencia en la roca de tu amor.


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